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sábado, 30 de diciembre de 2017

'Westworld', 1º temporada


Sufrimos de adicción a la ciencia ficción. Somos muchos. El simple olor a metal o unas reglas del tiempo particulares son suficientes para querer comprar. Así, la premisa de un parque de atracciones poblado por androides, ambientado en el oeste, y donde los seres humanos pueden mostrarse tal y como son, libres de prejuicios y ataduras morales, se vende por si solo. Shut up and take my money ¿no?. Lástima, porque a pesar de un piloto prometedor y un final satisfactorio, todo lo que hay entre medias aburre. Hay cierto personaje que, durante el transcurso de la serie, aboga por transformar este parque de atracciones moderno en algo más simple, apostar por lo visceral y reducir las tramas “shakesperianas”. Y en buena medida acierta, no porque a Westworld le falte sangre y sexo, pero si que le sobra enigma.

Lisa Joy y Jonathan Nolan apuestan todo al fenómeno fan y al capitulo final, elaborando una serie que no funciona por si sola, y en donde su visionado estándar o de “consumo rápido” resulta tan inerte como los testículos de un androide. Técnicamente es una gozada, la banda sonora con la pianola como indiscutible protagonista es exquisita, la cabecera te engancha una y otra vez al inicio de cada capítulo, y las piezas del puzzle al encajar resultan moderadamente satisfactorias. Elementos todos ellos aislados en un desierto que, si bien esconde muchísimos secretos y detalles, difícilmente se descubren sin la ayuda de la lupa cibernética. Siendo el paisaje la mayor parte del tiempo un páramo que se deja ver pero que, poco importa.


Ahora bien el fan, aquel que invierta incluso una mayor cantidad de tiempo en el post visionado que en el capitulo en si, se pone las botas. Uno de los mayores sabedores de las virtudes de este fenómeno actúa aquí como productor ejecutivo, se intuye la mano de J.J Abrams en la siembra constante de detalles lo suficientemente sutiles como para no ser descubiertos a simple vista y si, durante las horas de tertulias, análisis y foros varios. Información privilegiada y descubrimientos “exclusivos” que provocan una gratificante sensación, generando a su vez un sentimiento de identificación con lo que se esta viendo. Dejando de ser el espectador tal cosa para comenzar a formar parte del equipo, y es que ya no es la serie quien esta al servicio de proporcionar un buen rato si no que, es el fan quien trabaja en busca de lograr que la serie consiga hacer pasar ese buen rato.

En cuanto a los personajes y sus formas - las narrativas que ellos mismos llamarían -, decir que tienen mucho de estereotipo y de brusco desarrollo. Los androides son tratados desde el inicio de forma despiadada sin oposición ni objeción alguna, cascarones de actitud bovina por los que es difícil sentir nada a nivel emocional. ALERTA SPOILER. Unicamente al final, y volvemos al problema de “solo al final”, se consigue una pizca de identidad cuando el personaje que interpreta Thandie Newton (Maeve) decide abandonar el tren en una decisión que si se percibe como propia y no guionizada e insignificante. FIN SPOILER. En cuanto al sector de los seres humanos, ninguno de ellos tiene tampoco carisma suficiente como para ser recordado. Quizás los personajes de Ed Harris y Anthony Hopkins son los que más prometen al gozar de cierto poder e independencia, pero poquita cosa. La tónica general es la falta de desarrollo e interés de cualquier personaje aparecido en pantalla, estando sus evolución basada en la transformación y no en la progresión. Es decir no hay matices si no bandazos, y sus comportamientos parecen impuestos simplemente por qué es lo que toca.



Westworld consigue a duras penas entretener, tiene un buen reparto interpretativo mayormente desaprovechado y/o fallido, y trata de jugar con ciertos aspectos filosóficos que en realidad poco invitan a la reflexión. La inmensa mayoría del tiempo invertido en construir la trama solo sirve para enredar, confundiendo profundidad con complicación, obteniendo eso si y es de justicia decirlo, un buenísimo climax final. Un golpe de efecto insuficiente para una primera temporada producida por HBO, técnicamente inapelable, que optó a llevarse 7 premios Emmys y se fue de vacío.

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